Recuerdo perfectamente la primera vez que oí hablar de conceptos como ecologíacontaminaciónreciclaje

Era yo por aquel entonces una estudiante de enfermería deseosa de poder ayudar al prójimo y aportar mi granito de arena al mundo.

Y fue allí, en la Universidad, donde el profesor de Enfermería Comunitaria nos explicaba, con mucha determinación, como nuestro querido planeta estaba acusando los efectos de la contaminación y como ésta, a su vez, afectaba a nuestra Salud.

Mentiría si dijese que desde entonces mi vida cambió y que me convertí en abanderada de la protección y cuidado del medio ambiente.

Como mucho puedo decir que cambié pequeños gestos del día a día como cerrar el grifo mientras me lavaba los dientes o decirle a la frutera que no me pusiera las manzanas en esas horribles bandejas de poliestireno.

Pero todo cambió con la llegada de mi primer hijo, cuyo nacimiento coincidió con el desastre del Prestige.

Todavía recuerdo a mi marido y a mi tío preferido metidos en esos monos blancos, recogiendo a mano, una a una, esas pequeñas y pegajosas bolitas de chapapote en la playa de Silgar.

Playa de Silgar en Sanxenxo, con chapapote del Prestige
foto: Adela Leiro [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons

Y fue justo allí, frente al mar y con mi hijo en brazos, cuando volvieron a mi mente todas esas cosas de las que, años atrás, mi profesor de Enfermería Comunitaria nos habló con tanta determinación: Ecología, Contaminación, Reciclaje… Salud.

Poco a poco y a medida que iba pasando el tiempo, fue creciendo mi curiosidad y con ella también mi preocupación sobre todo aquello que afectase a la salud de nuestro planeta y por tanto también a la nuestra.

Como madre de dos niños esta inquietud se traslada, inconscientemente, a todo lo que tiene que ver con ellos.

Sabemos lo importante que es para la Salud de nuestros peques todo lo que tiene que ver con su alimentación: si cuidamos de que ésta sea libre de tóxicos como pesticidas, conservantes, colorantes y demás aditivos, damos por hecho que éstos no afectarán a su salud.

Pero, en realidad, esto no es exactamente así. Su salud ( y por supuesto también la nuestra) no sólo depende de una buena alimentación.

Recuerdo una pregunta que me hizo en una ocasión un cardiólogo pediátrico mientras consultaba a mi hijo; por aquel entonces se fumaba en las cafeterías (hoy impensable, a dios gracias) y yo también lo hacía en casa. Cuando éste se enteró de este pequeño detalle me preguntó:

  ¿Le daría usted a su hijo para beber un vaso de agua sucia?

Me quedó claro que las sustancias nocivas no solo llegan a nuestros pequeños a través de lo que comen.

Nuestros pulmones son otra posible puerta de entrada para ciertos tóxicos, así como la gran olvidada: la piel.

Es el órgano más grande de nuestro cuerpo y tiene funciones tan importantes como regular nuestra temperatura o protegernos de infecciones. Pero para que todo esto funcione debemos tener una piel sana.

La piel de un recién nacido es entre el 40 o 60% más delgada que la de un adulto, por lo tanto debemos cuidarla mucho más ya que está más expuesta y es más vulnerable.

Debemos protegerla y mantenerla alejada de sustancias nocivas presentes en cosméticos, detergentes y diferentes tóxicos presentes en la ropa y calzado.

Esta última es una de las principales razones de Mr Bambú:

Ofrecer prendas hechas con materiales procedentes de agricultura ecológica como algodones orgánicos, libres de sustancias nocivas como pesticidas y tintes dañinos para la salud. Piezas únicas con diseños muy actuales y que, a su vez, cuidan y miman la delicada piel de los más pequeños de la casa.

Mis hermanos y yo disfrazados